La No Violencia: El Arma De La Esperanza. Jean Goss Un Testigo De La Noviolencia. Por Rosario Torres Y Esther Legasa Este artículo no pretende ser un compendio de bonitas teorías, sino una luz que brille gracias a aquéllos que se atrevieron a encarnar la no-violencia en sus vidas...Aunque nos centraremos en este artículo en Jean Goss, queremos tener presente a lo largo del mismo a todos estos luchadores desde la no-violencia... Juan Pablo II decía a los jóvenes en Lesoto el 19.9.88: Optar por los medios de la no-violencia, es hacer una elección valerosa en el amor, una elección que comprende la defensa activa de los derechos humanos y un sólido compromiso con la justicia y el desarrollo armónico. ... LA NO VIOLENCIA: EL ARMA DE LA ESPERANZA Este artículo no pretende ser un compendio de bonitas teorías, sino una luz que brille gracias a aquéllos que se atrevieron a encarnar la no-violencia en sus vidas. Es una invitación a nosotros, los cristianos, a descubrir, a estrenar y a implicar nuestras vidas en esta tarea evangélica. La verdad y la justicia son valores que no necesitan defensores que maten. Necesitan testigos, hombres que crean en estos valores y los encarnen hasta la muerte si es preciso, como lo hicieron Gandhi, Martin Luther King, Oscar Romero...y millares de mártires conocidos o anónimos. Aunque nos centraremos en este artículo en Jean Goss, queremos tener presente a lo largo del mismo a todos estos luchadores desde la no-violencia. BREVE BIOGRAFÍA DE JEAN GOSS (1.912-1.991) Nació en Lyon (Francia) en 1.912 en una familia obrera. Su madre era católica y su padre anarquista. Desde los 11 años trabajó muy duramente, participando en la lucha sindical hasta los 27 años, edad con la que marchó como combatiente de su país a los frentes de batalla de la Segunda Guerra Mundial. Mató a boca de cañón, fue un héroe y obtuvo por ello muchas condecoraciones. Dirá más tarde: Quise defender a Francia de Hitler y pensé que cuantos más hombres matase, mejor.... A pesar de sus condecoraciones, se sentía interiormente destruido...Fue tomando conciencia de haber matado al hombre en el pueblo alemán. Se iniciaba su camino de conversión, que se produjo en 1.940. Él mismo relata como en ese profundo desgarrón interior de sí mismo, una tarde se quedó dormido, y al levantarse se sentía radicalmente cambiado: el Jean Goss de antes no existía ya. Se produjo en él por un lado, una alegría inmensa e inexplicable en plena Guerra Mundial, acompañada de una paz interior como jamás había experimentado antes, y por otro lado, un amor al hombre, a todo hombre, da igual francés que alemán. Descubre esa gran dimensión de amor al hombre que va más allá de lo que es la persona. Es un amor activo, dinámico, intransigente contra el mal y las injusticias, pero nunca contra el hombre. Un amor creador, pero también redentor: llega hasta las últimas consecuencias por el otro. Descubre a Cristo. Inició ese camino de la no-violencia cuya primera consecuencia fue que se sintió incapaz de seguir matando, por lo que fue hecho prisionero rápidamente, estando en cautividad cinco años, hasta 1.945. Después continuó su lucha por la justicia social a través de los sindicatos, siendo los principales destinatarios de su llamada al amor los ateos, pues los cristianos le rehuían calificándole de radical y utópico. Fue miembro de la rama francesa del M.I.R. (Movimiento Internacional de Reconciliación ), donde en 1.953 conoció a su mujer, Hildegard Mayr, hija de uno de los fundadores, secretaria itinerante del movimiento y autora de numerosos libros sobre la no-violencia. Juntos y tras, en 1.958, acogerse Jean a su retiro anticipado, iniciarán su cruzada por el desarme, la justicia y la paz por el mundo entero con un mensaje claro y sonoro: la no-violencia es un combate, una lucha sin descanso. A continuación expondremos de modo sucinto el contenido principal de lo que fueron sus ponencias y cursos pero, sobre todo, su vivir. INTRODUCCIÓN El cristianismo oscila constantemente entre un espiritualismo desencarnado y un cierto mesianismo político. El espiritualismo interpreta el Evangelio en un sentido meramente vertical, olvidando el significado de la encarnación para la historia de hoy. Esta tentación es muy fuerte entre ambientes religiosos fervorosos. El mesianismo político privilegia la dirección horizontal, la transformación de la historia en detrimento de la necesaria conversión personal. Adherirse a la no-violencia evangélica es asumir al unísono lo horizontal y lo vertical, la interiorización y el compromiso, la santidad y la transformación de la historia, el fin y los medios, la mística y la política. Los no-violentos han de asumir el doble desafío de la vida espiritual y de la transformación de la sociedad, porque no existen técnicas no-violentas sin mística (que es una profunda fe en Dios y/o en el hombre), tampoco existe un espíritu no-violento sin compromiso. Como dice Peguy: los no-violentos no se apartan de la historia para conservar las manos limpias, por el contrario, consideran la realidad social concreta como el lugar de una transformación posible. Y Juan Pablo II a los jóvenes en Lesoto el 19.9.88: Optar por los medios de la no-violencia, es hacer una elección valerosa en el amor, una elección que comprende la defensa activa de los derechos humanos y un sólido compromiso con la justicia y el desarrollo armónico. Al aplicar el espíritu de las bienaventuranzas y del sermón de la montaña, los no-violentos cristianos apelan a una ética coherente para hoy, con arreglo a la regla de oro del evangelio: Haz a los demás lo que quisieras que hicieran contigo(Mt.7,12). La no-violencia es, pues, una de las exigencias esenciales del cristianismo: todo bautizado en Jesucristo está llamado a ser no-violento. PASOS DEL CAMINO DE LA NO-VIOLENCIA 1. Decir la verdad, denunciar la injusticia, despertar, abrir, arremeter contra las conciencias adormecidas y responsables. La pasividad es cerrar voluntariamente los ojos ante una injusticia que hemos podido observar. Dice Gandhi que es la actitud más baja que puede tomarse, ya que supone no asumir nuestras responsabilidades humanas para luchar contra una injusticia. Se confunde a menudo a los pacifistas con los pasivos. Si en una fábrica, por ejemplo, una persona nunca se levanta contra las injusticias que descubre, se dirá de ella que es una persona muy pacífica, cuando es todo lo contrario: dicha persona es meramente pasiva. Permite que la injusticia siga existiendo. Es exactamente lo contrario de un trabajo por la paz. ¿Cuáles son las razones de nuestra pasividad? Sobre todo el miedo: miedo a perder el puesto de trabajo... Debemos recordar esta frase del Apocalipsis (Ap.3,16) Porque te has mostrado tibio...te vomitaré de mi boca. Dios quiere que tomemos posición. Tiene que haber un esfuerzo permanente en nosotros mismos para extirpar de nuestro corazón, de nuestra conciencia, esa actitud de pasividad: el esfuerzo por no dejar los conflictos, las divergencias, las injusticias y violencias, y buscar el modo de abordar estos problemas. La pasividad no hace otra cosa que mantener, reforzar, acrecentar la injusticia. 2. Negarse a hacerse cómplice de la mentira, de la injusticia y de la violencia. Si tuvierais fe como un grano de mostaza, moveríais las montañas ¿Qué montañas? En primer lugar las montañas de nuestro egoísmo, de nuestro orgullo, montañas de nuestro egoísmo, de nuestro orgullo, pero sobre todo las montañas de nuestras pasividades, las montañas de nuestros miedos, las de nuestros silencios cómplices que son la fuerza de todas las dictaduras del mundo y de todas las injusticias. Sin nosotros, las injusticias no podrían existir. Un dictador no nace dictador a los 30 años, se convierte en dictador gracias a nosotros. Se apoya en nosotros, nos necesita. Sin nosotros, no es más que un hombrecillo desventurado, como todos los demás. Y cuanto más violento, más miedo siente, más solo se encuentra y más violento se vuelve. ¿Cuándo lo entenderemos? Somos nosotros los que creamos a los dictadores, incluso en la familia, incluso en el sindicato, incluso en el partido político, incluso en la Iglesia, sí, ¡somos nosotros! 3. Estar dispuesto, como Cristo, a pagar la factura hasta la cruz, por haber dicho la verdad, por haber denunciado la injusticia, por haber rehusado participar en ella. El culpable nunca puede pagar la factura. Es imposible. Si Jesús tomó sobre sí, si aceptó libremente las consecuencias de la violencia del pecado, fue precisamente porque el culpable no podía pagar su falta. Habiendo pecado el hombre, Dios debería, según la lógica humana, castigar al hombre por todo el mal que ha hecho. ¡Pero Dios no castiga! Son las consecuencias de sus injusticias, de sus pecados, los que causan el sufrimiento del individuo y de los pueblos. ¿Qué va a hacer? Va a crear un hombre completamente nuevo, un Hombre nuevo: él mismo. Y va a pagar toda la factura. ¡Él, no nosotros! En un acto de amor increible: su muerte en la cruz. Eligió este camino porque no hay otro. Si un hombre ama profundamente a su hijo y llega alguien y le mata, este asesino no podrá reparar su falta, no puede devolver la vida a la víctima. Sólo el inocente, el padre, puede hacer desaparecer la falta, más todavía que por el don de su hijo a la humanidad, por el per-Don. Es el misterio de la redención. Este perdón libera a la víctima y al verdugo, al explotador. Hay que reencontrar en este perdón la unidad del hombre, la unidad de la humanidad. Es uno de los actos de amor más grandes, al que tenemos que prepararnos sin cesar. LA NO-VIOLENCIA ACTIVA No-violencia es la traducción de la palabra a-himsa que Gandhi utilizó y que quiere decir: luchar, comprometerse en pro de la justicia sin una fuerza destructora del adversario, sin violencias. Sin embargo, si rechazamos la violencia como medio de lucha, hemos de sustituirla por otra fuerza, que para Gandhi es satyagraha, la fuerza de la verdad, la fuerza del alma. Nosotros, los cristianos, podemos añadir: la fuerza de la justicia, fuerza del amor. Esto se expresa con la no-violencia. La perspectiva de la no-violencia activa es analizar la injusticia en toda su amplitud, luchar para vencer esa injusticia y liberar no solamente a sus víctimas, sino también a los responsables en primera instancia, es decir, vencer la injusticia, liberar al oprimido y al opresor. La visión de la no-violencia exige: * El ser humano es el valor supremo de todo lo que existe, de todo lo que ha sido creado. Hay que respetarle de una manera absoluta y sin excepciones. Los cristianos estamos acostumbrados a creer que Dios ha creado al hombre. Pero corremos el peligro de olvidar que Dios ha creado a cada hombre. Aunque haya más de cinco mil millones hoy día en el planeta, no los ha creado mecánicamente. Dios crea cada alma en un acto de amor divino personal. Conoce a cada uno por su nombre. Los cristianos también estamos acostumbrados a creer que Cristo nos ha redimido. Pero con frecuencia olvidamos que Cristo ha redimido a todos los hombres, sean franceses o alemanes, blancos o negros, ricos o pobres, explotados o explotadores. Cada hombre ha sido rescatado por toda la sangre de Cristo, lo sepa o no. A causa de esas dos verdades, debemos al hombre un respeto absoluto. Incluso si el hombre no se respeta a sí mismo. Respetándole como Dios nos respeta haremos que redescubra su dignidad de hombre, luego su dignidad de hijo de Dios. * Cada ser humano posee una conciencia, es decir, lleva en sí la posibilidad de elegir, de cambiar. La lucha no-violenta activa se sitúa esencialmente en el plano de la conciencia. Una fe profunda en la capacidad del ser humano para abrir su conciencia. Si en Praga, en agosto de 1.968, jóvenes checos pudieron ponerse delante de los tanques rusos desarmados, fue porque creían firmemente que el otro tiene una conciencia a la que se puede llegar. Un hombre no es una piedra...Un hombre es un corazón y una conciencia. Este corazón puede ser de piedra, y la conciencia puede estar cerrada a cal y canto: ser hombre es abrirla. Si el agua gota a gota agujerea la roca, entonces la verdad, la justicia, el respeto de la persona humana ¿no dejarán de socavar nuestros corazones de piedra? * Estar dispuesto a pagar el precio, a pagar las consecuencias de nuestro compromiso en pro de la justicia. Toda transformación exige sacrificio: ponernos en entredicho, ser mal considerados, perder la carrera, ir a la cárcel...incluso la donación de la propia vida. * Aplicar métodos no-violentos. No se trata de presentar unos modelos acabados de métodos y de estrategias, sino de constatar que en esta lucha hay que descubrir y desarrollar una multitud inagotable de posibilidades de acción. El compromiso no violento exige un combate prolongado y perseverante, permanente, de lo cual se deduce la necesidad de una movilización permanente. No es posible compromiso alguno serio en la no-violencia sin preparación. Hay dos puntos esenciales y complementarios: análisis de la realidad de los hechos y la preparación de los grupos, mediante una formación de varios años, porque la lucha no-violenta requiere un cambio completo de mentalidad, una actitud fundamentalmente nueva ante el adversario, ante la agresión y todas las formas de injusticia. Una formación espiritual y práctica intensiva es indispensable. El grupo es como un pan para el cual se precisan todos los granos de trigo. Cada cual ha de aportar su verdad. Cada cual aportará verdades que los otros no ven. A la escucha de todos e impidiendo que una sola persona domine el grupo. Hay que aprender a escuchar, a perdonar, a reconciliarse, a acoger las diferencias como una riqueza y saberse unidos en lo esencial. Es la mejor manera de transformarse uno mismo, de volverse menos violento y estar cada vez más unos al servicio de otros. Entre los métodos de acción están: * Diálogo-negociación. * Acción directa. Su objetivo es denunciar públicamente la injusticia, concientizando a la opinión pública: información por medio de los medios de comunicación social, octavillas, pintadas, manifestaciones, vigilias, marchas silenciosas, representaciones teatrales callejeras, sentadas... * Ayuno. * No-cooperación y desobediencia civil. La autoridad es un servicio al pueblo, a la familia...Desde el momento en que esta concepción de autoridad se desvía en provecho de un grupo o de uno de sus miembros, se convierte en autoritario y dictatorial. Entonces la autoridad es radicalmente contraria a la ley de Dios y ¡ hemos de desobedecer! Concluimos con las siguientes palabras de César Chávez, luchador por los derechos de los obreros agrícolas inmigrantes mexicanos en las plantaciones vitícolas de California: Si somos sinceros, hemos de reconocer que nuestra vida es la única cosa que realmente nos pertenece. Por esto, según la usemos mostraremos qué clase de hombres somos. Mi fe más profunda me dice que sólo encontraremos la vida cuando hacemos entrega de la misma. Estoy convencido de que el testimonio más auténtico del valor del hombre, está en sacrificarnos nosotros mismos por los otros, en la lucha no-violenta por la justicia. Ser hombre es sufrir por los otros. |