http://www.periodistadigital.com 30 de mayo de 2015
Su muerte marcará los últimos tres años de vida de Romero y la dirección de sus pasos
Fue Romero, un Romero lleno de dolor, quien veló su cadáver y presidió la ceremonia fúnebre. Suspendió las misas en toda la arquidiócesis en protesta por el crimen, para reemplazarlas por una sola celebración litúrgica en la catedral. Hubo algunos que criticaron la decisión, pero a la convocatoria respondieron 150 sacerdotes concelebrantes y más de cien mil personas, según las estimaciones de los diarios de la época. Frente a la enorme y solemne multitud Romero recordó que "en los momentos más importantes de mi vida él estuvo muy cerca, y esos gestos no se olvidan nunca". La muerte de Rutilio Grande marcará profundamente los últimos tres años de vida de Romero y la dirección de los pasos sucesivos. "Estamos introduciendo el proceso de beatificación de Rutilio Grande y sus compañeros mártires, Nelson Rutilio y Manuel Solórzano", confirma Rafael Urrutia. El postulador, con anteojos y una pequeña barba blanca, trabajará junto con el padre Edwin Henríquez, de la diócesis de San Salvador, quien será el vice de la causa. Urrutia está convencido de que los tiempos del proceso diocesano pueden ser breves. El trabajo, da a entender sin decirlo explícitamente, está bastante avanzado. Después anticipa a Tierras de América: "Esperamos terminar para el mes de noviembre". Uno demora en comprender que no está hablando de 2016, sino de este mismo año. "Queremos llevar todo a Roma el primero de noviembre, que fue el día en que terminamos de preparar la causa de Romero". Para hacer el anuncio no necesita ser adivino. Considera que el beato Romero es un buen protector y no solo para el jesuita salvadoreño. "Facilitará el camino de Rutilio", admite Urrutia. "Creo que la historia de Romero ha dejado una huella profunda en Roma".
Y después de Rutilio "todos los demás", agrega. "Una sola causa para todos", seminaristas, sacerdotes, catequistas asesinados antes y después que Romero. |
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